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Fabián Pizarro Arcos

Descubriendo China desde la cuarentena en Guangdong

Más PCR, más comida cantonesa, pero también más aprendizaje de la cultura China. Acá te cuento detalles de estos días desde mi encierro en Cantón.


Por Fabián Pizarro


Sigo “Encuarentenado” en Guangdong, solo quedan 6 PCR y un antígeno para viajar a Beijing. Los días pasan lentos, pero todo sale como lo han planeado los chinos. Nada es al azar. Nada.


En estos últimos 5 días no han pasado muchas cosas, y como comprenderán estando encerrado en un hotel sin ver a nadie tiene poco atractivo a la hora de narrar algo, pero siempre hay algo que contar.


Lo primero que quiero confirmar es que acá todo funciona y funciona bien. Los chinos son un relojito a la hora de cumplir. Por ejemplo, las comidas del Hotel están establecidas por de la siguiente forma: 08:00 desayuno; 12:00 almuerzo y 17:00 hrs cena. Y los horarios se cumplen. Todos los días esa persona misteriosa y que no se deja ver, toca el timbre y deja la bandeja con comida en la puerta de la habitación. Es como si jugara a tocar los timbres y arrancar. En Chile sería algo así como el Ring Ring Raja, pero te deja comida a cambio de su broma. Todos los días se cumple el rito de la misma forma.



Lo segundo, y va en la línea de lo anterior, dos veces al día vienen el personal de salud a controlar mi temperatura, pero además, a realizar el PCR diario (Sí, uno diario) . Como ya es sabido, ellos visten su traje blanco y sus medidas de seguridad con extremas, y eso se mantiene inalterable. Al igual que la entrega de comidas, vienen puntualmente todos los días entre las 09:30 y las 09:45, y en la tarde entre las 15:30 y las 15:45. Ya es un clásico que te “Pistoleen” (lo digo por el termómetro tipo pistola) y digan “It is normal”, refiriéndose a la grados que marca el aparato. Él se va y yo cierro la puerta. Él es el único contacto humano que he tenido desde mi llegada.





La comida ha sido todo un tema. No podría catalogarla de rica o mala, sería injusto, esto es porque todos los paladares y gustos son distintos. En mi caso, y para graficar, los sabores y olores son muy diferente a lo acostumbro a comer, por eso se he hace difícil. He ido probando todo lo que me traen, pero no todo ha sido de mi agrado. Como sea, cada comida es contundentes y variadas, carnes, vegetales, legumbres, cereales, frutas y bebidas en base a soja. Por ahora seguiré haciendo el esfuerzo de disfrutar la comida cantonesa, que dicho sea de paso no tiene nada que ver con esa comida que nos venden en Chile. Nada.


Como conté antes, y por norma sanitaria, durante mi periodo de cuarentena nadie del hotel ingresa a mi habitación. Si necesito algo lo pido a través de WeChat y lo traen. Después de algunos días de estancia, tocaba cambiar toallas y sábanas. Dejé las sucias en una bolsa a la entrada de la habitación y retiré las nuevas. Busqué y busqué en la bolsa pero solo venía una sábana. Me contacté con recepción y recién ahí me di cuenta que los chinos solo ocupan sábana en la parte del colchón. Y bueno, hice el loco, al menos me queda el consuelo de haber aprendido algo nuevo sobre la cultura.


Si todo sale bien, el 3 de julio viajaré por fin a la capital china. Todo lo administrativo ya está hecho. Debo tener un pase de salida de Cantón y otro de entrada a Pekín. Ambos están en “Rojo”, y solo se pondrán verde a las 01:00 del 3 de julio cuando se cumplan los 14 días de mi ingreso a China. No es fácil llenar los formularios, están en chino o inglés, o solo en mandarín, y todo se realiza en WeChat. Todo. Por suerte el equipo del CLACPC nos ayuda en todo.


Y así se pasan los días, leyendo, estudiando, viendo series y películas, y disfrutando de algunas actividades online que nos preparan nuestros anfitriones desde Beijing.

En el próximo reporte les contaré detalles del “Check out” de hotel sanitarios, y del viaje desde Cantón a Beijing.


Seguimos…

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