La reunión entre ambos mandatarios duró más de tres horas y media. En la cita fue calificada como “ franca, constructiva, sustancial y fructífera”.
Por Fabián Pizarro
La reunión por videoconferencia entre el presidente de EE UU, Joe Biden, y el de China, Xi Jinping, bajó la temperatura en las caldeadas relaciones entre las dos potencias. A lo largo de tres horas y 42 minutos, según la prensa estatal china, divididas en dos sesiones, los dos hombres más poderosos del mundo trataron de explorar vías para aumentar la comunicación y la cooperación, y evitar que los desacuerdos entre ambos gobiernos puedan acabar provocando —en palabras de Biden— “un conflicto, intencionado o no”. Las posiciones se mantienen como estaban, y ninguno de los dos ha cedido. Pero el mero hecho de que el encuentro se celebrase ya representaba un avance.

El presidente chino, Xi Jinping, destacó el respeto mutuo, la coexistencia pacífica y la cooperación de ganancias compartidas como tres principios en el desarrollo de las relaciones entre China y Estados Unidos en la nueva era.
El mandatario chino llamó a ambos países a respetar sus respectivos sistemas sociales y caminos de desarrollo, sus respectivos intereses fundamentales y principales preocupaciones y sus respectivos derechos al desarrollo. "Necesitamos tratarnos mutuamente como iguales, mantener las diferencias bajo control y buscar puntos en común mientras nos reservamos las diferencias", añadió Xi.
“Necesitamos establecer salvaguardas de sentido común, ser claros y honestos donde estamos en desacuerdo y colaborar donde nuestros intereses coinciden”, declaró Biden, que matizó que es una cuestión de “liderazgo mundial responsable”.
En una conversación que Pekín ha descrito como “franca, constructiva, sustancial y fructífera”, buena parte del tiempo se dedicó a Taiwán, la isla autogobernada que China considera parte de su territorio y que se ha convertido en el asunto más espinoso en la relación entre las dos grandes potencias.

Biden planteó la preocupación estadounidense acerca de la situación de los derechos humanos en general y, en concreto, en torno a “las prácticas de China en Xinjiang, Tíbet y Hong Kong”. Washington acusa a Pekín de violaciones de los derechos humanos a las minorías en las dos regiones autónomas en el oeste de la China continental, y de un grave deterioro de las libertades que se había comprometido a garantizar hasta 2049 en la antigua colonia británica.
Los líderes abordaron también, según sus respectivas administraciones, asuntos como Afganistán, Corea del Norte o Irán. Acordaron colaborar en cuestiones como la energía y el cambio climático, así como “seguir manteniendo estrechos contactos por varias vías para reencauzar las relaciones chino-estadounidenses por el camino de un desarrollo estable y sólido”, según Pekín.
Comments