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Turistas del mundo, uníos… para comprar en China

  • Fabián Pizarro Arcos
  • hace 6 minutos
  • 4 Min. de lectura

El plan de Beijing para los próximos 5 años es crear enormes centros de consumo globales, con exención de visados y reembolsos de impuestos cada vez mayores. En 2024, 132 millones de visitas internacionales gastaron 94.200 millones de dólares.

 

Por Fernando Capotondo


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Hubo un tiempo, durante la dinastía Tang, en que el desierto de Taklamakán no era un desierto, sino un corredor vivo. Las huellas se renovaban antes de que el viento alcanzara a borrarlas y la Ruta de la Seda funcionaba como el mayor sistema comercial del mundo. Desde Chang’an - aquel cerebro imperial que lo ordenaba todo, hoy Xi’an - partían caravanas que podían tardar medio año en llegar al Mediterráneo. No era solo comercio, era una coreografía planetaria que avanzaba a paso de camello. Nadie necesitaba hacer marketing, la seda hacía de embajadora y la porcelana completaba el trabajo con un brillo que ningún imperio podía igualar. El Imperio Celestial no salía a vender. El mundo iba a China, seducido por su combinación - a veces exagerada - de lujo, misterio y necesidad.


Quince siglos después, Beijing vuelve a desempolvar aquel arquetipo, aunque con novedades que los Tang atribuirían a la creatividad de Du Fu, uno de los grandes poetas de aquella época. Ya no hay caravanas, sino planes quinquenales; y las especias dejaron su lugar a estímulos fiscales y a códigos QR que funcionan como pasaporte universal. Pero cuidado porque la lógica sigue siendo la misma. El objetivo es crear centros de consumo globales que operen como una virtual Ruta de la Seda 2.0, donde los turistas internacionales vuelvan a experimentar aquello que tanto obsesionaba a los mercaderes persas y árabes: la sensación de que ciertas cosas solo se consiguen en el gigante asiático. La diferencia es que ahora nadie espera que el mundo llegue solo. China invita, abre la puerta, elimina la visa y promete un reembolso de impuestos antes de que pregunten por los precios.



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Esta decisión de convertir a un puñado de ciudades en enormes centros de consumo internacional, estimulando al máximo las compras de visitantes extranjeros, es una de las tantas metas fijadas en el XV Plan Quinquenal (2026-2030), según explicó Liu Xiangdong, el subdirector del Departamento de Información e Investigación Científica, órgano adjunto al Centro para Intercambios Económicos Internacionales de China (CIEICh).


Para Liu, “el cultivo de este tipo de ciudades y la expansión del consumo entrante ayudarán a la actualización y la mejora de la calidad de los sectores mercantil, turístico y cultural, además de contribuir a elevar la popularidad e influencia de las urbes chinas a nivel internacional”.


Las palabras del funcionario podrían ser interpretadas como la continuidad de una saga que arrancó a comienzos de octubre, cuando el Ministerio de Comercio y el de Hacienda anunciaron la inminente selección de 15 ciudades piloto que recibirían entre 15 y 30 millones de dólares durante dos años, para que renueven sus centros comerciales, diversifiquen los escenarios de consumo, promuevan los reembolsos de impuestos a extranjeros y amplíen sus servicios turísticos en diferentes idiomas.


Más allá de los anuncios, la realidad es que la República Popular China venía implementando desde 2018 distintas medidas de incentivo al comercio internacional, entre ellas la hoy promocionada ampliación de la exención de visado a países y optimización del reembolso de impuestos a turistas extranjeros, recordó un informe de la agencia Xinhua.


Como consecuencia de esas políticas, China registró en 2024 alrededor de 132 millones de visitas internacionales, que generaron un gasto total de 94.200 millones de dólares, con un aumento interanual del 77,8%. Estos desembolsos representaron alrededor del 0,5% del Producto Bruto Interno (PBI) del país, un ingreso que se observa con interés a pesar de estar lejos del 1 al 3% que suele alcanzar en las economías líderes en este campo. “Lo que otros podrían interpretar como un problema, nosotros lo analizamos como un gran potencial para el crecimiento del consumo procedente del extranjero”, explicaron desde el CIEICh.


Operativo seducción


Desde el nada original eslogan “Comprar en China”,  el plan maestro tiene prevista la integración de las tiendas libres de impuestos y de reembolso, con los cada vez más explotados recursos turísticos y culturales que el país asiático ofrece al turismo internacional en ciudades emblemáticas como Beijing, Shanghái, Guangzhou, Shenzhen y Xi’an, entre otras.


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La estrategia de seducción incluye el desarrollo de aplicaciones multilingües para las compras libres de impuestos, que ayudarían a resolver las preocupaciones que suelen desvelar a los turistas ante la imposibilidad de entender dos palabras seguidas del complejo idioma chino. A buen comprador, pocos términos en mandarín y nuevas herramientas de traducción basadas en IA y sistemas de pago móvil - como Alipay y Wechat Pay – que permiten una conexión directa con tarjetas de crédito internacionales.


“Nos esforzaremos por asegurar que los consumidores procedentes de todo el mundo disfruten de más facilidades al venir, más comodidades al viajar, más compras con menos dinero y más experiencias de una China abierta, inclusiva, diversificada e innovadora”, fue la invitación que lanzó hace días el viceministro de Comercio, Sheng Qiuping.


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En este marco, la Administración Estatal de Impuestos de China (AEI) informó que la devolución instantánea de impuestos mejoró su eficiencia un 40% durante 2025, con más de 7.200 tiendas operativas en todo el país y una cantidad de turistas extranjeros beneficiados que aumentó un 186% en forma interanual.


“Desde la última moda hasta la electrónica, el auge de las compras en China está cobrando impulso junto con la tendencia internacional de viajar por el país”, sostuvo el ministro de Cultura y Turismo, Sun Yeli, en una rueda de prensa en la que valoró que los ciudadanos de 76 países disfrutan de entradas sin visado (unilateral o mutua) y las exenciones de tránsito ya se ampliaron a 55 naciones y regiones.


Al parecer, ya no hay cadenas que romper, apenas códigos QR que escanear.



 

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