China a los 76 años de República: la potencia que cambió el curso del siglo XXI
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A los 76 años, la China de hoy ya no es espectadora, sino guionista de la historia global.
Por Fabián Pizarro, Director de “Descubriendo China”

El “Gigante de Asia” celebra este 1 de octubre de 2025 el 76º aniversario de la fundación de la República Popular China. No es una fecha cualquiera para el país. Se trata de la consolidación de un proceso histórico que, en menos de ocho décadas, transformó a un país devastado por la guerra en una superpotencia económica, tecnológica y diplomática. China ya no es un actor emergente, es un protagonista central del siglo XXI, y su modelo de desarrollo plantea interrogantes y desafíos para el resto del mundo.
China es hoy un actor relevante en el concierto internacional y geopolítico, y su rápido y ordenado ascenso es alabado y criticado por muchos, sin embargo hay consenso en que su modelo, su forma de gobernar y sus propias reglas han funcionado y los resultados están a la vista.
Economía: la fábrica del mundo y algo más
En 1952, el Producto Interno Bruto (PIB) de China equivalía a 67,9 mil millones de yuanes; en 2023 alcanzó los 17,8 billones de dólares, consolidándose como la segunda economía mundial, solo detrás de Estados Unidos. En el mismo período, el ingreso per cápita pasó de 119 yuanes a 89.358 yuanes (12.681 dólares), sacando a más de 800 millones de personas de la pobreza según el Banco Mundial.
El comercio exterior también evidencia el salto: de 1.100 millones de dólares en los años cincuenta a 5,9 billones en 2023, lo que representa el 12,4 % del comercio mundial.
Más allá de las cifras, el éxito económico chino ha sido resultado de una combinación de reformas graduales, apertura controlada al capital extranjero y un Estado que conserva un rol conductor. Como señaló el presidente Xi Jinping: “El camino de China es único, pero ofrece lecciones al mundo: desarrollo con estabilidad política y visión de largo plazo”.
Política: estabilidad como sello
El Partido Comunista de China (PCCh), con más de 100 millones de miembros, sigue siendo el eje del sistema político. Desde 1949, el país se ha gobernado mediante planes quinquenales, que marcan prioridades en desarrollo económico, bienestar social y modernización tecnológica. El actual 14º Plan Quinquenal (2021-2025) le asigna cerca de 14 billones de dólares a educación, salud, vivienda y seguridad social.
Esta continuidad, con fuerte centralización del poder, ha permitido estabilidad política, pero también genera críticas desde Occidente por las restricciones a las libertades políticas. Para Pekín, en cambio, el mérito está en la eficacia: “De la inestabilidad a la estabilidad, de la escasez a la prosperidad”, resumió el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Wang Wenbin, al referirse al aniversario.
El error, a mi modo de ver, es observar a China con “ojos occidentales” y no con una mirada de entendimiento hacia China, comprendiendo su sistema político y funcionamiento interno. Para muchos es difícil decir o entender si el sistema político chino y su forma de gobernanza es la más adecuada para su realidad, lo que no podemos negar es que su sistema ha traído beneficios a más de 1400 millones de personas y de una u otra forma, ha beneficiado a una parte importante del mundo.
Tecnología: del “Made in China” al “Created in China”
Uno de los mayores logros chinos en estas décadas es su ascenso como potencia tecnológica. El gasto en investigación y desarrollo (I+D) creció un 8.3 % en 2024, superando los 3,6 % del PIB. El país lidera en solicitudes de patentes, con 1,6 millones en 2022, según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.
El avión comercial C919, la misión Chang’e-6 que trajo muestras de la cara oculta de la Luna y el despliegue de 4,5 millones de estaciones 5G son hitos que muestran un país decidido a dejar atrás el estigma de imitador. Hoy, empresas como Huawei, BYD o CATL marcan tendencias en inteligencia artificial, vehículos eléctricos y energías renovables.
Diplomacia: la Franja y la Ruta como carta de presentación
En el terreno diplomático, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), lanzada en 2013, ha sido la pieza central. Más de 140 países forman parte de este megaproyecto que busca articular infraestructura, comercio y cooperación cultural a escala planetaria. En América Latina, proyectos ferroviarios, energéticos y portuarios llevan la impronta de Pekín.
Además, China ha propuesto la Iniciativa de Desarrollo Global y la Iniciativa de Seguridad Global como marcos alternativos al orden internacional dominado por Estados Unidos y sus aliados. Como dijo Xi Jinping en la ONU en 2023: “El mundo no necesita una nueva Guerra Fría, sino una comunidad de futuro compartido para la humanidad”.
Geopolítica: poder duro y blando
El poder militar chino también ha experimentado una modernización acelerada. Con tres portaaviones operativos, misiles hipersónicos y satélites militares, China es hoy la segunda potencia militar en gasto, con más de 225.000 millones de dólares anuales, solo detrás de Estados Unidos. No obstante, Pekín insiste en que su desarrollo tiene un carácter defensivo y que su objetivo no es la hegemonía, sino la “modernización pacífica”.
En paralelo, China ha fortalecido su presencia en organismos multilaterales, incrementando sus aportes a las operaciones de paz de la ONU y participando como mediador en conflictos regionales, como el acuerdo de acercamiento entre Arabia Saudita e Irán en 2023.
Desafíos pendientes
No todo es triunfo. China enfrenta un rápido envejecimiento poblacional, tensiones con Occidente por comercio y seguridad, y un sector inmobiliario en crisis. La transición hacia un modelo de desarrollo verde y sostenible también será decisiva: el país sigue siendo el mayor emisor de CO₂ del mundo, aunque al mismo tiempo lidera la inversión en energías renovables.
Los 76 años de la República Popular China son una lección de historia viva. Pocas naciones han logrado en tan poco tiempo un salto tan profundo en lo económico, tecnológico y geopolítico. Desde Occidente se observa con recelo el modelo chino, pero lo cierto es que su éxito no puede negarse.
La gran pregunta es si Pekín será capaz de sostener este liderazgo en medio de crecientes tensiones internacionales y desafíos internos. Lo que sí parece claro es que, a los 76 años, la China de hoy ya no es espectadora, sino guionista de la historia global.
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