Cumbre CELAC China 2025: Oportunidades y Desafíos para Chile
- Fabián Pizarro Arcos
- 8 jul
- 7 Min. de lectura
Durante el evento, el presidente Xi Jinping presentó "cinco programas" de cooperación, consagrados en la Declaración de Pekín y el Plan de Acción Conjunto China‑CELAC 2025 - 2027.
* Por Felipe Enero Segovia

I. UNA CUMBRE AL SERVICIO DE LA ESTABILIDAD Y DESARROLLO REGIONAL
En mayo de 2025, se celebró en Pekín la 4ta Reunión Ministerial del Foro China - CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños).
Cabe destacar que la reunión tuvo como telón de fondo un complejo escenario global, caracterizado por la guerra comercial impulsada por el Presidente Donald Trump (guerra que también es política, conforme a las intensivas amenazas e intervencionismo sobre países con alta dependencia, como es el caso de Panamá), una alta volatilidad de los mercados internacionales y un progresivo reordenamiento geopolítico mundial.
El evento contó con la destacada participación de los mandatarios de Brasil, Colombia y Chile, así como altos representantes de la gran mayoría de las naciones del continente americano. Cabe señalar que, solo considerando los 3 países mencionados, estamos hablando de más del 53% del PIB y del 43% de la población de toda la región.
En este importante evento, el presidente Xi Jinping presentó "cinco programas" de cooperación, consagrados en la Declaración de Pekín y el Plan de Acción Conjunto China‑CELAC 2025 - 2027. En especial, es importante destacar el llamado “Programa del Desarrollo”, el cual busca promover conjuntamente el desarrollo económico y la reactivación productiva.
A su vez, considerando el escenario mencionado con anterioridad, el programa enfatiza la defensa del sistema multilateral de comercio, el mantenimiento de cadenas de suministro abiertas y estables, y la construcción de un entorno internacional colaborativo y transparente.
Entre otros objetivos destacados, se incluye la necesidad de fortalecer la Iniciativa la Franja y la Ruta, dotándola de mayor calidad, incorporando sectores estratégicos como infraestructura, energía, telecomunicaciones, economía digital e inteligencia artificial, mediante una mayor inversión extranjera directa.
En ese marco, cabe destacar que la iniciativa no quedó solo en una manifestación de buenas intenciones, sino que se ha expresado en acciones muy concretas, como el anunció una línea de crédito por 66.000 millones de yuanes (cerca de 9.150M USD) para apoyar proyectos en los países de la CELAC.
La oferta resulta no menor, considerando que proyectos emblemáticos en materia de infraestructura, como es el caso del tren que unirá Santiago de Chile con Valparaíso, tiene un costo aproximado de 3.820 millones USD.
II. LAS NECESIDADES URGENTES DE LOS PAISES CELAC Y CHILE
América Latina y el Caribe sigue siendo una región con una dependencia excesiva en los recursos naturales, una alta concentración económica y una notable fragilidad frente al fenómeno del cambio climático, lo que se traduce en un débil crecimiento y limitado desarrollo social, especialmente en la última década.
Solo considerando cifras del 2024, la región creció tan solo entre un 1,5% y 2%, de acuerdo a diversas estimaciones internacionales (FMI, BM, CEPAL, entre otros). Considerando además el vertiginoso escenario de adelantos tecnológicos, el Banco Mundial ha afirmado que entre el 26% y el 38% de los empleos de la región están en riesgo producto de la Inteligencia Artificial. En relación a ello, la alta informalidad laboral dificulta las oportunidades de reentrenamiento.
A nivel social, en 2024 la pobreza alcanzó aproximadamente el 24,4% de la población (Banco Mundial), reflejada en privaciones críticas en vivienda, servicios básicos, salud y educación.
A su vez, de acuerdo a cifras 2024 de la OIT, la región mantiene una tasa de desempleo por sobre el 6% (casi 20 millones de personas) con una informalidad laboral que se eleva al 47,6% (más de 155 millones de personas).
Por otra parte, en 2023 el 74% de los países latinoamericanos reportaron fenómenos climáticos extremos (PNUD), cuyo impacto más crítico son las inundaciones y sequías recurrentes que golpean cultivos, infraestructuras, la seguridad hídrica e ingresos, provocando incluso migraciones forzadas en importantes zonas de Centroamérica.
En el caso de Chile, si bien los indicadores negativos se aminoran conforme al nivel de desarrollo alcanzado por el país del cono sur, siguen manifestando desequilibrios y brechas de alto riesgo. De acuerdo a UNCTAD (2022), el 90 % del total de exportaciones de bienes de Chile son materias primas y bienes intermedios, en donde el cobre representa cerca del 53,6 % del total de exportaciones. Además, la cifra de desempleo se acerca cada vez más al 10%, con una tasa de crecimiento económico del 2% y una deuda pública por sobre el 40%.
En este escenario, la política de desestabilización global promovida por el Presidente Trump cae como balde de agua fría a los países en vías de desarrollo, impulsando la necesidad de avanzar hacia nuevas alianzas internacionales y mercados, con mayores grados de confianza, estabilidad y proyección.
III. OPORTUNIDADES DERIVADAS DE LA CUMBRE CONSIDERANDO LA NUEVA GEOPOLÍTICA GLOBAL
El “Programa de Desarrollo” anunciad por el Presidente Xi, manifiesta la voluntad del Gobierno y las empresas chinas de intensificar las tasas de inversión en la región e ir más allá respecto al mero resguardo de las cadenas de suministro para el desarrollo industrial del Gigante Asiático.

Tan solo por mencionar la nueva línea de crédito, se crea una ventana para financiar proyectos de infraestructura y alta tecnología en Chile, en condiciones más competitivas que otras fuentes multilaterales. Esto podría traducirse en la aceleración de iniciativas en curso, en electro-movilidad, energías renovables, almacenamiento energético y centros de datos.
A modo de antecedente, desde principios del 2000, las empresas chinas ya han canalizado en América Latina alrededor de US187.500 millones en IED, con un crecimiento sostenido hacia sectores de telecomunicaciones y TIC, que ya representan más del 50 % de estos flujos en los últimos años.
Por ejemplo, Huawei y ZTE se han consolidado como proveedores clave de infraestructura 4G/5G y fibra óptica en países como Brasil, Chile, Perú, y Colombia, apoyados por contratos públicos y ofertas competitivas, en algunos casos incluso gratuitas en zonas rurales, lo que ha reforzado su peso en la región.
En cuanto a Chile, la situación no puede ser más ventajosa. China es el principal socio comercial de Chile, con una relación histórica de larga data. Además, existe un acuerdo de libre comercio en permanente estado de actualización e importantes inversiones en sectores como la energía y la infraestructura pública.
Además, -a diferencia de buena parte de América Latina y el caribe-, Chile posee acuerdos de libre comercio con buena parte de las economías del planeta, una fortaleza institucional reconocida por diversos indicadores internacionales e infraestructuras vitales para el despegue productivo, como es el caso de la red de autopistas, puertos y banda ancha de primer nivel.
En ese marco, es destacable el potencial que tienen esta multiplicidad de acuerdos de libre comercio y las recientes tendencias de las empresas chinas de construir joint-ventures con entidades de diversas regiones, como es el caso de África, Medio Oriente, ASEAN y Europa. Un potencial que se podría ver reflejado en un mayor nivel de desarrollo y autonomía estratégica para Chile, así como una geopolítica mundial más equilibrada.
Por nombrar solo algunos ejemplos, en Brasil, China Unicom y Camtel (Camerún), han desarrollado un sistema intercontinental de fibra óptica de 6.000 km, financiado además por créditos de China Exim Bank. También en Brasil, Chery (China) junto a Alado Corp (Malasia), estableció en 2011 una planta conjunta de producción de vehículos en Jacareí.
En Medio Oriente, Nio (China) y CYVN Holdings (Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos) están produciendo y comercializando vehículos eléctricos en el mercado MENA (Oriente Medio y Norte de África).
En España, la empresa CATL y Stellantis están fabricando baterías para vehículos eléctricos, con una inversión aproximada de US$4.3 mil millones. En Barcelona, Chery y Ebro EV Motors, han revivido la ex‑factoría de Nissan en la Zona Franca, mediante el ensamble de los SUV Omoda, generando unos 1.250 empleos, gracias a una inversión de €400 millones.
Un caso destacado en nuestro país ha sido el consorcio entre CRBC (China) y Puentes y Calzadas (España), que ha ganado el proceso de concesión pública para la construcción de tres hospitales en la Región del Maule (Cauquenes, Constitución y Parral).
De este modo, la relación con China no solo ofrece acceso a inversión y tecnología, sino que también funciona como un puente hacia una arquitectura global multipolar, donde actores tan diversos como la UE y ASEAN, puedan encontrar en Chile un socio atractivo para proyectos de escala regional, apoyados por capacidades financieras chinas, conocimientos europeos y demanda latinoamericana. Esta sinergia multipolar puede potenciar significativamente la diversificación productiva y tecnológica que Chile busca alcanzar en este nuevo ciclo global caracterizado por la volatilidad y el vertiginoso desarrollo tecnológico.
Sin duda, algunos pasos clave para que Chile aproveche estas oportunidades, será mejorar algunas brechas institucionales y sopesar riesgos derivados de la nueva administración Trump.
En cuanto a las brechas institucionales, actualmente el Gobierno del Presidente Gabriel Boric está impulsando un Proyecto de Ley del Sistema de Autorizaciones Sectoriales, el cual busca reducir entre un 30 % y 70 % los tiempos de tramitación de permisos sectoriales (cerca de 380 permisos, vinculados a 16 ministerios y 37 servicios), sin disminuir estándares ambientales, técnicos y sociales. El proyecto aún está en trámite legislativo y se prevé que su aprobación resulte clave para catalizar el crecimiento económico.
Otra brecha guarda relación con la necesidad de reforzar las relaciones con China, con equipos profesionales más robustos, más especializados y mayores recursos en instituciones estratégicas, como Cancillería, InvestChile, ProChile, Corfo, Gobiernos Regionales y Municipios. Los limitados recursos invertidos actualmente no aprovechan el potencial de vinculación con empresas de las múltiples provincias y ciudades del Gigante Asiático, así como para construir relaciones de confianza y de largo plazo, vitales dentro del marco de la cultura confuciana de China.
Por último, en cuanto a los riesgos derivados de la nueva administración Trump, el Gobierno chileno deberá dedicar un mayor esfuerzo en equilibrar la balanza entre los intereses nacionales y las amenazas de potencias como los Estados Unidos. Esto no solo en el aspecto meramente discursivo, sino que práctico, evitando trabas para-normativas a los proyectos del Gigante Asiático y otras potencias emergentes, como ha ocurrido con el Observatorio Astronómico Cerro Ventarrones.
* Profesor Universidad Tecnológica Metropolitana de Chile, PhD student Southeast University, Master in Públic Administration, Renmin University of China.
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