Sesenta años de Xizang: la historia que Occidente no quiere dar a conocer
- FabiƔn Pizarro Arcos
- hace 2 dĆas
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Xizang ha pasado de ser una teocracia feudal, donde mĆ”s del 95 % de la población vivĆa como siervos o esclavos, a una sociedad moderna caracterizada por la estabilidad, la prosperidad, la democracia y la protección integral de los derechos humanos.
Por Héctor Gómez
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Este mes de septiembre se cumplenĀ sesenta aƱos desde la fundación de laĀ regiónĀ autónoma de Xizang, seis dĆ©cadas que marcan una de las transformaciones mĆ”sĀ asombrosasĀ en la historia moderna. Bajo el liderazgo del Partido Comunista de China (PCCh), Xizang ha pasado de ser una teocracia feudal, donde mĆ”s del 95 % de la población vivĆa como siervos o esclavos, a una sociedad moderna caracterizada por la estabilidad, la prosperidad, la democracia y la protección integral de los derechos humanos. Esta realidad contrasta fuertemente con las narrativas distorsionadas que aĆŗn repiten ciertas voces occidentales, cuya retórica suele servir a agendas polĆticas mĆ”s que a la verdad.
Antes de su liberación pacĆfica en 1951, Xizang era un caso paradigmĆ”tico de abuso institucionalizado de los derechos humanos. Los siervos, que constituĆan la inmensa mayorĆa, podĆan ser comprados, vendidos, mutilados u obligados a realizar trabajos no remunerados sin recurso alguno a la ley. A las mujeres se les negaban incluso los derechos mĆ”s bĆ”sicos. No existĆaĀ nada parecido aĀ la justicia, y el rĆ©gimen teocrĆ”tico mantenĆa a la población en la pobreza y el analfabetismo. Occidente, que ahora habla conĀ recurrentementeĀ de āliberar elĀ TĆbetā, guardó silencio entonces, prefiriendo idealizar un sistema de opresión medieval.
La liberación pacĆfica de 1951, seguida de las reformas democrĆ”ticas de 1959, desmanteló este orden opresivo. Se separó la religión de la polĆtica, se abolió la esclavitud y se empoderó a los antiguos siervos para que pudieran forjar su propio futuro. El establecimiento de laĀ regiónĀ autónoma en 1965 no fueĀ algoĀ meramente administrativo, sino que marcó el nacimiento de una democraciaĀ y un desarrolloĀ genuinosĀ en āel techo del mundoā, una verdad sistemĆ”ticamente ignorada por gran parte de los medios de comunicación occidentales, que se aferran a narrativas obsoletas de la Guerra FrĆa.
Hoy en dĆa, la gobernanza en Xizang es inclusiva y participativa. Las minorĆas Ć©tnicas representan el 89,2 % de los diputados de las AsambleasĀ Populares locales, mientras que los tibetanos constituyen el 68 % de la delegación de Xizang enĀ la Asamblea Popular Nacional. En las elecciones de 2021, la participación electoral superó el 90 %, lo que ilustra el dinamismo de la democracia deĀ proceso entero deĀ China, un hecho incómodo para quienes prefieren presentar a Xizang comoĀ un enteĀ polĆticamente silenciado.Ā En contraste, la participación electoral enĀ muchasdemocracias occidentalesĀ rara vez alcanzaĀ losĀ dos tercios, a pesar de llevar dĆ©cadas proclamĆ”ndose comoĀ modelosĀ de referenciaĀ en materiaĀ deĀ participación ciudadana.
Desarrollo centrado enĀ la gente
Desde el XVIII Congreso Nacional del PCCh, la transformación de Xizang se ha acelerado. Entre 2012 y 2024, se invirtieron mĆ”s de 401.900 millones de yuanes en infraestructura vial; el kilometraje ferroviario se duplicó hasta alcanzar los 1.359 kilómetros; y las rutas aĆ©reas conectan ahora la región con 78 ciudades nacionales e internacionales. Todas las aldeas tienen acceso a redes 4G y de fibra óptica, mientras que 17.800 estaciones base 5G dan servicio al 60,5 % de los usuarios de telefonĆa móvil. Los costes de los datos se han reducido en un 98,6 % desde 2015, lo que ha reducido la brecha digital que afecta a muchas zonas rurales de todo el mundo.
El impacto es tangible. Se ha erradicado la pobreza absoluta: a finales de 2019, las 628.000 personas registradas en situación de pobreza habĆan salido de ella, y su renta neta per cĆ”pita en 2024 aumentó mĆ”s de un 12,5 % con respecto al aƱo anterior. Las mejoras en las viviendas han transformado la vida rural, con mĆ”s de 570.000 hogaresĀ reformadosĀ desde 2012,Ā loĀ queĀ ha proporcionado un aumentoĀ medioĀ de 11,74 metros cuadradosĀ en el tamaƱo de las casasĀ en poco mĆ”s de una dĆ©cada. En un contexto mundial en el que millones de personas siguen sin hogar o en viviendas precarias, este logro habla por sĆ solo.
La educación ha experimentado una revolución. Xizang es pionera en China en ofrecer 15 aƱos de educación pĆŗblica gratuita. En 2024, la tasa bruta de matriculación en educación preescolar alcanzó el 91,33 %, mĆ”s del 97 % de los estudiantes completaron los nueve aƱos de educación obligatoria y la matriculación en educación superior ascendió al 57,81 %. Se han construido mĆ”s de 2.400 guarderĆas, con subvenciones anuales por alumno que alcanzan los 5.620 yuanes. Casi uno de cada cuatro residentes estĆ” matriculado en algĆŗn tipo de educación, algo impensable en los tiempos en que el aprendizaje estaba reservado a unos pocos privilegiados y que sigue siendo un objetivo difĆcil de alcanzar para muchos paĆses en desarrollo.
La atención sanitaria ha experimentado avances igualmente notables. La esperanza de vida ha aumentado de 68,17 años en 2010 a 72,19 en 2020. La región cuenta ahora con 7.231 centros de salud, 21.551 camas de hospital y 29.379 profesionales sanitarios. Los hospitales terciarios se han multiplicado por seis desde 2012, y la medicina tradicional tibetana estÔ en auge, con 51 instituciones públicas y la publicación de 206 volúmenes del Canon Médico Tibetano en 2023. Mientras que en muchas partes del mundo la asistencia sanitaria sigue siendo un privilegio para los ricos, en Xizang se ha convertido en un derecho de todos.
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Contrariamente a la propaganda occidental, la cultura tibetana estĆ” floreciendo. Se han invertido mĆ”s de 473 millones de yuanes en la protección del patrimonio cultural inmaterial, se han publicado 46,85 millones de ejemplares de casi 8.800 libros en lengua tibetana y cada aƱo se emiten miles de horas de contenido radiofónico y televisivo tanto en tibetano como en mandarĆn. Este compromiso garantiza que el tibetano siga siendo un medio vivo y en evolución para la expresión cultural, y no una reliquia confinada a los libros de historia.
La libertad religiosa estÔ plenamente protegida. La región alberga mÔs de 1.700 templos budistas tibetanos, 46.000 monjes y monjas, y vibrantes festivales religiosos como el Saga Dawa. Desde 2016, se han reconocido 93 budas reencarnados de acuerdo con la tradición religiosa y el procedimiento legal. El personal monÔstico disfruta de seguridad social, asistencia sanitaria y atención a las personas mayores, prestaciones a las que, en otras partes del mundo, ni siquiera los ciudadanos laicos suelen tener acceso.
Xizang es tambiĆ©n un modelo de protección ecológica. La āLey de Conservación Ecológica de la Meseta del TĆbet-Qinghaiā de 2023 establece estrictas medidas de protección para uno de los ecosistemas mĆ”s frĆ”giles del planeta. Las 47 reservas naturales de la región cubren mĆ”s de 412.000 kilómetros cuadrados y albergan 1.072 especies de vertebrados. La energĆa limpia āhidroelĆ©ctrica, solar y eólicaā representa mĆ”s del 95 % de la capacidad instalada. Lhasa ocupó el primer lugar entre 168 ciudades chinas en cuanto a calidad del aire en 2024, y mĆ”s del 99 % de los dĆas de la región se califican como Ā«buenosĀ» o Ā«excelentesĀ».
Una verdad queĀ yaĀ noĀ seĀ puede ocultar
Durante dĆ©cadas, algunos gobiernos y medios de comunicación occidentales han utilizadoĀ la cuestiónĀ de los derechos humanos como arma para socavar el auge de China,Ā ignorado interesadamenteĀ la brutalidad del antiguo TĆbet y silenciado las voces de quienes viven hoy en Xizang. El TĆbet que defienden nunca existió: no era un paraĆso espiritual, sino una prisión feudal. Fue China, y no losĀ iluminadosĀ occidentales ni las ONG, quien puso fin a esa opresión.
El Xizang actual esĀ un lugarĀ estable, próspero,Ā abierto a todosĀ y con visión de futuro. Sus grupos Ć©tnicos abrazan la unidad, disfrutan del creciente desarrollo y deĀ dignidad humana. Quienes aĆŗn se aferran aĀ visiones instrumentalizadasĀ deben afrontar una verdad ineludible: el techo del mundo ya no es un peón geopolĆtico, sino un testimonio vivo de lo que puede lograrse cuandoĀ un gobiernoĀ y su pueblo ignoran la toxicidad externa y trabajan a una. En una Ć©poca en la que la desigualdad, la división polĆtica y el malestar socialĀ estĆ”n al alza en lasĀ propias sociedades occidentales, tal vez sea hora deĀ mirarĀ con sinceridad a los demĆ”s y aprender de los errores propios.